Guía 10: Multiplica lo que tienes – El talento no se guarda
1. Introducción
Imagina que estás en un grupo de 10 personas jugando con 10 pelotas. Se las pasan unos a otros, disfrutan, se ríen. El juego fluye. Hasta que alguien piensa: “¿Y si dejan de pasarme pelotas? Mejor esta me la quedo”. La guarda a un lado. Luego otra. De pronto el grupo empieza a notar que hay menos pelotas. Y también se dan cuenta de que esa persona no las devuelve. Así que dejan de lanzárselas. Y entonces, como en una profecía autocumplida, esa persona se queda sola, con tres pelotas guardadas y ninguna por recibir. “Menos mal que guardé”, piensa. Y ahí se termina el juego.
Este ejemplo simple ilustra una verdad profunda: lo que no circula, se estanca. Y eso también aplica a tu talento.
2. El origen del talento
La palabra "talento" viene del griego "tálanton", que era una unidad de peso y, más adelante, de dinero. En la parábola bíblica de los talentos, un amo entrega a sus siervos distintas cantidades de monedas para que las hagan rendir. Dos de ellos invierten y multiplican. El tercero, por miedo, la entierra. Y es reprendido. ¿La enseñanza? No esconder lo que se te dio. Porque el talento que no se ofrece, se pierde.
Es un mensaje claro: estás aquí para poner a circular tus dones, no para guardarlos en un cajón esperando el momento perfecto.
3. Pensamientos de escasez: cuando el miedo dirige el juego
“Mejor no comparto esto por si me copian.”
“No cuento mi idea porque seguro alguien la hace mejor.”
“No digo quién es mi proveedor, no vaya a ser que…”
Cada vez que pensamos así, es como si estuviéramos enterrando una moneda. Y mientras creemos que nos protegemos, en realidad nos aislamos. El miedo a compartir, a dar, a mostrar, tiene la lógica de la escasez. Pero la creatividad y la abundancia se activan desde otro lugar: el de la circulación, la confianza y el aporte.
4. El equipi: tu equipo interno
Hay otro juego interno que influye en todo esto: el que sucede dentro de ti. Lo llamamos el equipi (como suena en portugués): amor, intuición, ego y miedo. Todos hablan, todo el tiempo.
El miedo te susurra: “¿Y si nadie te compra?”.
El ego grita: “No eres suficiente”.
El amor quiere protegerte: “¿Y si te duele?”
Y la intuición… a veces apenas susurra.
Tienes que aprender a escuchar sin dejarte dominar. Porque el miedo no es el enemigo. Es un aliado que, bien gestionado, te avisa. Y el ego no es algo que haya que aniquilar: defiende tu obra. El truco está en darles un lugar sin que tomen el volante. Aprender a trabajar con tu equipo interno es la base para emprender con paz y potencia.
🛠 Ejercicio 1 – Identifica tu equipi
Haz una pausa y escribe qué dice cada voz en ti:
¿Qué te dice el miedo sobre tu proyecto?
¿Qué intenta proteger el amor?
¿Qué te exige el ego?
¿Qué te susurra la intuición cuando estás en calma?
Nombrar estas voces les quita poder. Y te lo devuelve a ti.
5. Creencias que alejan el dinero (y lo que sí lo atrae)
¿Te incomoda la idea de ganar mucho dinero con lo que amas? Entonces puede que estés atrapada en una de estas creencias limitantes:
“Si gana dinero es porque en algo raro andará.”
“Los emprendedores se conforman con pagar las cuentas.”
“Vivir bien no es para mí, es para otros.”
Si asocias el dinero al abuso, la trampa o el egoísmo, vas a rechazarlo incluso sin darte cuenta. Pero si empiezas a verlo como una consecuencia de aportar valor real al mundo… entonces tu manera de emprender se transforma. Compartir tu talento, servir, ayudar, crear cosas que otros necesitan: ahí está el inicio del círculo virtuoso.
🌀 Ejercicio 2 – Redefinir tu relación con el dinero
Completa estas frases, sin pensar demasiado:
Ganar dinero haciendo lo que me gusta es…
Si tuviera más dinero, podría…
Me siento culpable de ganar dinero cuando…
Después léelas. ¿Hay algún patrón? ¿Algún juicio escondido? Obsérvalo. Y reescribe cada frase de forma expansiva.
6. El talento solo crece cuando lo das
Tu talento no es algo estático. Es dinámico. Y crece cuando lo usas, lo compartes, lo pones al servicio de otros. Cuando eliges moverte, agradecer lo que tienes, meditar para escuchar tu verdad, y crear desde ahí… algo se activa. Una fuerza que no necesita perfección, sino presencia.
Sostener tu camino creativo no se trata de tenerlo todo resuelto. Se trata de estar en movimiento, de dejar de esconder las pelotas. De volver al juego.
Y, cuando dudes, recuerda la parábola: no estás aquí para enterrar lo que sabes hacer. Estás aquí para multiplicarlo.
Pásala. Te vuelve.